miércoles, 12 de junio de 2013

Las Bebidas adecuadas

El verano está a la vuelta de la esquina y nuestras neveras empiezan a llenarse de todo tipo de bebidas para combatir el calor. El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos recomienda consumir entre 2 y 2,5 litros de líquidos a lo largo del día, en los que se incluye el agua que proviene de los alimentos. Nadie duda de que en verano debe aumentarse la ingesta de líquidos, para recuperar la hidratación que nos hace perder el calor, pero no todos los líquidos son iguales, y algunos pueden ser desastrosos para nuestra dieta por su altísimo contenido en azúcar.
Tal como explica Gary Taubes, uno de los divulgadores científicos más prestigiosos del campo de la nutrición, en su último libro (Cómo engordamos, y qué hacer al respecto, RBA), no cabe duda de que “los peores alimentos para nosotros, casi con total seguridad, son los azúcares, la sacarosa (el azúcar de mesa) y, sobre todo, el jarabe de maíz alto en fructosa”, todos ellos presentes en gran parte de las bebidas y refrescos que consumimos. Por suerte, no todas las bebidas son iguales. Ante la duda, lo mejor es beber agua, el único líquido que nos asegura una correcta hidratación sin aportar calorías, y evitar en la medida de la posible estos preparados típicamente veraniegos. 

1. Refresco
Todos los refrescos que no están etiquetados como light (o “cero”) son una bomba calórica de imprevisibles consecuencias si se consumen de forma habitual. La principal responsable del sabor dulce de los refrescos es la fructosa y el jarabe de maíz alto en fructosa, dos componentes que la Asociación Americana del Corazón ha identificado como unos de los principales culpables de la obesidad y, por tanto, de las enfermedades cardiacas.
Beber una lata de refresco convencional equivale a ingerir tres sobres de azúcar y entre 100 y 130 calorías. Pero no es el único efecto de su consumo, la acidez y el alto contenido en azúcares simples deterioran el esmalte, favoreciendo la aparición de caries y el gas que suelen tener los refrescos pueden producir aerofagia, debido a la acumulación de gases en el estómago y el intestino.
Los peores refrescos son los de cola que, además de todo lo citado, tienen cafeína, cuyo abuso conduce a problemas de ansiedad e insomnio, y contienen ácido fosfórico, que en cantidades elevadas puede tener un efecto desmineralizante del hueso. Las bebidas energéticas, pese a tener diversos efectos secundarios cada vez más criticados, tienen por lo general menos calorías, en torno a 45 Kcal por cada 100 ml.
2. Horchata

Seamos claros. La principal característica nutricional de la horchata es su alto contenido en calorías (en torno a 93 Kcal por cada 100ml). Se trata, además, de una de las bebidas con más azúcar (13,90 gramos por cada 100ml), una cantidad superior, incluso, que la de gran parte de los refrescos. Sus beneficios, por otro lado, son escasos: no aporta una cantidad relevante de fibra, vitaminas o minerales y su contenido en calcio es escaso. Se trata de una bebida popular en verano que se debe consumir con mucha moderación y, en ningún caso, usarse como sustituto de la leche, pues pese a su similar apariencia externa no tiene nada que ver con ésta.

3. Zumos de frutas

Aunque los zumos de frutas tienen una apariencia saludable es una de las primeras cosas que los médicos eliminan en la dieta de una persona con sobrepeso. Los zumos, independientemente de que sean naturales o envasados, son muy distintos de las frutas de las que proceden. Según el Grupo de Revisión y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas tenemos que tener claro que“no se puede considerar una ración de zumo de frutas equivalente a una ración de fruta”, pues no incluyen la fibra de éstas.

En 2003 la OMS publicó un informe en el que alertó de que un excesivo consumo de zumos de fruta se asocia a un aumento en el riesgo de padecer obesidad y estudios más recientes apuntan a que también aumentan el riesgo de sufrir diabetes. Otro informe publicado en MedlinePlus es más ilustrativolos adultos podríamos llegar a engordar 5 kg al año si tomamos dos vasos de zumo de naranja al día, manteniendo estable nuestra ingesta habitual y nuestros hábitos de ejercicio.

4. Alcohol

Poco más se puede decir a estas alturas sobre los peligros del alcohol para nuestra salud. Dejando a un lado su papel como droga, en el terreno nutricional las bebidas alcohólicas son la bestia negra de toda dieta, máxime en un país como el nuestro en el que el alcohol es parte indisoluble de nuestras reuniones sociales.

El valor calórico de una bebida alcohólica depende directamente de su grado de alcohol, en función de 7 Kcal por gramo, por lo tanto, siempre es más saludable el consumo de vino y cerveza (aceptable si se realiza con moderación) que el consumo de bebidas espirituosas que, además de aportar una gran cantidad de calorías, se suelen acompañar de refrescos, con el añadido de azúcares que estos suponen. Las calorías que aporta el alcohol son, además, "calorías vacías", pues están desprovistas de nutrientes, y no sirven para saciarnos, lo que nos lleva a los típicos atracones de madrugada. En definitiva: si quieres adelgazar, o no quieres engordar, limitar el consumo de alcohol debe ser tu primera meta.

5. Bebidas de zumo y leche

En la última década se han popularizado enormemente las bebidas que mezclan zumo de frutas con leche, unos refrescos especialmente dirigidos a los niños que, supuestamente, aúnan los beneficios de la leche y las vitaminas de la fruta. Pero no es oro todo lo que reluce. La realidad es que estas bebidas no tienen el mismo valor tradicional que la ingesta de un vaso de leche y otro de zumo por separado, e incluyen muchos añadidos que no son recomendables si tratamos de cuidar nuestra línea.

La composición media de estas bebidas es: zumo de frutas (normalmente, de diversas variedades) a base de concentrados y poca leche (como mucho, un 30% del producto en las marcas que más tienen). La mayoría tienen, además, azúcares añadidos, que son los nutrientes con mayor presencia y los que dan valor energético al producto.

Estas bebidas se anuncian como un producto libre de grasas, algo que es cierto, pero que puede inducir a confusión: que algo no tenga grasa no significa que no engorde. Si queremos cuidar nuestra dieta tendremos que tener el mismo cuidado con este tipo de bebidas que con los zumos, y reducir su consumo en la medida de lo posible, pues su contenido en azúcares es elevado.